martes, 25 de diciembre de 2007

Feliz Navidad

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Happy Christmas – War is over es una canción de John Lennon grabada a finales de 1971. La letra está basada en una campaña de publicidad que Lennon y Yoko Ono llevaron a cabo en varias ciudades del mundo en 1969, alquilando vallas publicitarias en las cuales se podía leer el lema WAR IS OVER! If you want it (LA GUERRA SE ACABA Si tú quieres)


Sin embargo, hoy, después de 36 años, siguen existiendo las guerras.



¡FELIZ NAVIDAD Y FELIZ AÑO NUEVO!

Bon nadal i feliç Any nou

Bo Nadal e Prospero Ani Novo

Zorionak eta Urte Berri On

Merry Christmas & Happy New Year

Joyeux Noël et Bonne Année!

Froehliche Weihnachten und ein gluckliches Neues Jahr!

Buon Natale e Felice Anno Nuovo

Shinnen omedeto. Kurisumasu Omedeto





¡Atención! El siguiente vídeo puede herir sensibilidades



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domingo, 23 de diciembre de 2007

Gafas empañadas...

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"Sopla aire esta mañana. ¡Uf! ¡Qué frío! Me abrocho el chaquetón y me subo la bufanda hasta que me tapa la nariz. Respiro y se me empañan las gafas. No veo, ¡qué coraje! Me bajo la bufanda. Y no puedo evitarlo: ahora voy a soplar yo. Sale vaho de mi boca. Sonrío. Me acuerdo de cuando era pequeño y creía que era capaz de echar humo por la boca..."


Hay cosas que todos hemos hecho de pequeños, o al menos eso creo, como echar "humo" por la boca y pensar que eres un dragón; o saltar en los charcos de lluvia porque llevamos botas de agua; hacer bolas de arena en la playa y ver desde que altura puedes tirarlas sin que se rompan; jugar a que somos pinchadiscos subiendo y bajando el volumen del radiocasette; o hacer como si los dedos fueran un hombrecito que corre junto a la ventanilla del coche, saltando señales de tráfico, mientras haces un viaje aburrido con tus padres...


Y no es que sufra el Síndrome de Peter Pan, pero echo de menos no tener otras preocupaciones que el acordarte de a que hora empiezan tus dibujos preferidos en la tele.



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viernes, 14 de diciembre de 2007

Objetos

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“El broche se abrió. La cadena, la misma que llevaba puesta desde pequeño, decidió que era el momento de dejarme. Se deslizó suavemente, serpenteando desde mi cuello hasta el suelo. La cogí, y fuí a ponérmela de nuevo, cuando pensé que, si había decidido soltarse, sóla, sin que nadie ni nada la tocara, sería por algo”


Creo que los objetos, las cosas que nos rodean, tienen vida propia. Y aunque no es fácil, es posible darse cuenta si uno se fija bien. Y no hablo de que las tostadas siempre caigan del revés, o de que las llaves se escondan en lo más profundo del bolso. No. Hablo de que a veces, también es necesario dejar que las cosas tomen su propio rumbo.





“Y cuando la cadena decida volver, seguro que encuentra la manera de hacérmelo saber, y entonces, de nuevo me la pondré en el cuello”


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jueves, 22 de noviembre de 2007

Corazón coraza

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Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
Porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
Porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.
Mario Benedetti

martes, 20 de noviembre de 2007

Proyecto Farenheit 451

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Ha llegado la hora! ¡El momento que muchos esperábamos! ¡Ya podemos ser una persona-libro!


Para aquellos a quienes les pueda interesar…

http://www.pactoandaluzporellibro.com/personas_libro.htm




Lo más difícil… ¡elegir un libro!

Historia de un Castillo

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lunes, 19 de noviembre de 2007

La Segunda Puerta

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“En pocas palabras: se trata de un gran espejo o de algo así, aunque no está hecho ni de cristal ni de metal. De qué, nadie ha podido decírmelo. En cualquier caso, cuando se está ante él, se ve uno a sí mismo… pero no como un espejo corriente, desde luego. No se ve el exterior, sino el verdadero interior de cada uno, tal como en realidad es. Quien quiera atravesarlo tiene que –por decirlo así- penetrar en sí mismo.”


La Historia Interminable
Capítulo VI
Las Tres Puertas Mágicas


Parecía que tras haber pasado la primera puerta todo sería más fácil. Sobre todo superar la segunda. Sin embargo no fue así. Fracasé ante ella. No pude asomarme a ese espejo mágico y aguantar mi propia mirada. Fui derrotado por ese reflejo, que no era más que yo mismo. Un yo que no me esperaba. Demasiado cobarde y egoísta. Y digo demasiado porque siempre fui consciente de mi cobardía. Pero no esperaba sucumbir ante mis propios miedos de esa forma. Salí corriendo. Huí desesperadamente. Quizá buscaba algo de valor o sólo trataba de no tener que enfrentarme con la verdad decepcionante.
Pero ya es hora de volver a ponerse delante de la puerta. Y superarla. Si luego encuentro la tercera, y llego al Oráculo, quizá haya tiempo todavía de recuperar un Reino de Fantasía para mi Emperatriz Infantil. O no. Pero… ¿debería dejar de intentarlo? No.

¿Crees que voy a decir que sí?

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Atención, esta entrada puede contener cierto contenido spoiler de la película Alta Fidelidad.


“Nunca me comprometí en serio. Yo siempre tenía un pie fuera; y eso impedía muchas cosas, como… pensar en el futuro y… supongo que tenía más sentido no comprometerme… dejaba abierta mis opciones… es un suicidio… en dosis muy muy pequeñas.”






“Estoy harto de fantasías… porque no existen, y nunca hay sorpresas de verdad. Y estoy harto… estoy harto de todo lo demás; pero no me harto de ti.”

martes, 13 de noviembre de 2007

Tiempos Modernos

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Tic, tac, tic, tac…

Pasan los segundos
deprisa, corren, vuelan

Tic, tac, tic, tac…

También tú corres, de un lado a otro
hay mucho por hacer

Tic, tac, tic, tac…

Vendría bien un descanso
pero no hay más tiempo que el que pasa

Tic, tac, tic, tac…

Stress…
en estos tiempo modernos


lunes, 12 de noviembre de 2007

Ascensores

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Un ascensor es un ascensor. Y punto. Un aparato que traslada personas de un piso a otro. Aunque no es menos cierto que los hay de muchos tipos. Antiguos, con rejas que hay que abrir con las manos; modernos, de puertas automáticas. Lentos, que tardan tanto en subir o bajar que quizá fuese más conveniente ir por las escaleras; tan rápidos, que provocan cosquillas al parar. Ruidosos, que ayudan a los vecinos a saber cuándo, cómo y con quién llegas a casa; silenciosos, en los que no sabes si funcionan de verdad. Bruscos, suaves. Grandes, pequeños. Con una puerta, con dos…

Pero un ascensor puede ser más que un ascensor. Porque además de ser lo que son, pueden convertirse en un mundo paralelo, al menos, lo que dura el viaje. Un mundo donde el tiempo corre exactamente igual que en el real, pero que a veces se hace demasiado largo o demasiado corto. Depende de para qué lo utilices. Se te hará muy largo si hablas del tiempo con la vecina pesada de arriba. E infinitamente corto si aprovechas para besar a la persona que amas.

Cada vez que me subo a un ascensor…



viernes, 9 de noviembre de 2007

Persépolis

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Persépolis es una de esas películas que no están en casi ningún cine y pocos van a ver. Yo quiero ir a verla... ¿alguien se apunta?






Tras obtener el Premio del Jurado en el Festival de Cannes y ser seleccionada para representar a Francia en la próxima edición de los Oscar, siendo la primera película animada en conseguirlo, Persépolis parece ser la mejor situada para llevarse la estatuilla a la mejor película extranjera.



lunes, 15 de octubre de 2007

domingo, 14 de octubre de 2007

Y tú, ¿para qué escribes?

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Yo escribo...

- para el mar, para que cada ola borre de la arena un sueño y deje espacio para otros nuevos
- para el viento, para que arrastre mis palabras y así no tengan dueño
- para la lluvia, para que teclee en el suelo una máquina de escribir sueños
- para el cielo, para que esconda entre las nubes mis pequeños secretos
- para la noche, para que cuando tenga frío me cubra con su manto negro
- para las estrellas, para que vengan a arroparme mientras duermo
- para la Luna, para que me acompañe en mis develos



Yo escribo... para ti.

Quietud del Corazón (Stillness of Heart)

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viernes, 12 de octubre de 2007

miércoles, 10 de octubre de 2007

Nombres que me gustan...

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Más allá de que después de haber visto la película, leído el libro o escuchado la canción, me hayan gustado más o menos, hay títulos, que por sí mismos, son preciosos.
Algunos (muchos se me olvidan) de los que me gustan son, por ejemplo:

- Centauros del Desierto (mucho más bonito q el original The Searchers)
- Como Agua para Chocolate
- Los Amantes del Círculo Polar
- La Leyenda de la Ciudad sin Nombre
- La Historia Interminable
- Nadie Hablará de Nosotras cuando Hayamos Muerto
- Cien Años de Soledad
- Sgt. Peppers's Lonely Hearts Club Band
- La Vida Secreta de las Palabras
- El Amor en los Tiempos del Cólera


PD.- ¿Colaborais con los vuestros?

Cifras y Letras X

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lunes, 8 de octubre de 2007

La Senda del Tiempo

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Es curioso como algunas canciones aparecen en el momento adecuado (o inadecuado, según se vea). Quizás sea que, precisamente por ser ese momento, escuchas, realmente escuchas, lo que dice y te identificas con ella. Por eso no se hasta que punto son casualidades. A lo mejor la oyes mil veces y sólo una de ellas interpretas de esa manera. Lo que está claro, es que a partir de entonces esas canciones empiezan a formar parte de la B.S.O. de tu vida.


Esta la incluí hace un par de años o tres, ya la había olvidado, en la mía. Ahora, por alguna razón, vuelve a hacerse presente. Y suena, más fuerte que nunca...




sábado, 6 de octubre de 2007

Siempre presente...

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Por favor, si no viste Amelie, tampoco veas esta entrada... gracias!!!



miércoles, 3 de octubre de 2007

Piedras

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Miércoles 14/5/1981: Il Corriere

ALESSANDRO LOGGI, DESAPARECIDO

“El hijo del famoso director de cine ya fallecido, Antonio Loggi, se encuentra en paradero desconocido, según informaron las autoridades. Alessandro, de 33 años de edad, fue visto por última vez el pasado sábado cuando acudió a una fiesta en casa de unos amigos en Catania. Por lo que parece, el joven abandonó la recepción a altas horas de la madrugada y se disponía a volver a su casa. Sin embargo, y hasta el día de hoy, no se tienen noticias sobre él.
La policía, que fue alertada por el ama de llaves de la familia, investiga la relación de esta desaparición con una posible deuda de juego, ya que el joven Loggi, era conocido por su amor a las apuestas ilegales, que le habían llevado a, prácticamente, dilapidar la fortuna que amasó su padre.”



Un día cualquiera: Scorda, Sicilia

A Marco le gustaban las piedras. Se pasaba el día entero buscándolas por los campos cercanos al pueblo. Las tenía de todos los colores: negras, blancas, con vetas… y formas: planas, redondas, con aristas… Luego iba por ahí, enseñándoselas a todo el que se encontraba, que escuchaba con paciencia y cariño las historias de aquel corpulento muchacho síndrome de Down, hijo del jefe Grosso.
Marco guardaba sus piedras en cajitas, que escondía en su habitación para que su hermano Roberto no se las quitara. A su hermano no le gustaban sus piedras, y se reía de él por coleccionar cosas que no servían para nada.

Aquel día Marco estaba muy contento. Su hermano le había dado su primera misión. Tenía que llenar todo un saco de piedras; de piedras grandes. Al principio pensó que le estaba gastando una broma, no entendía el repentino interés de Roberto por las piedras. Pero una sola mirada bastó para que comprendiera que hablaba en serio. Así que corrió a ofrecerle algunas de las piedras más bonitas que guardaba en su cuarto. Pero Roberto las rechazó, e insistió en que las piedras tenían que ser grandes y pesadas.



Domingo 01/06/1981: Il Corriere

ENCONTRADO EL CADÁVER DE ALESSANDRO LOGGI

“El Jefe de los Carabinieri de Sicilia, Andrea Pierotto, confirmó, ayer tarde, los malos presagios que existían en relación con la desaparición hace dos semanas de Alessandro Loggi, al anunciar el hallazgo por parte de una pareja de turistas franceses que practicaban submarinismo en el lago Lentini, al sur de Catania, del cadáver del joven Loggi. Según informó Pierotto, el cuerpo, en avanzado estado de descomposición, se encontraba atado de pies y manos a un saco lleno de piedras, que lo mantenía sumergido en la zona céntrica del mencionado lago. De esta forma, parece que se confirman las primeras sospechas policiales que vinculaban la desaparición de Loggi con un posible ajuste de cuentas de la mafia siciliana. La policía sigue investigando en busca de pistas que permitan la detención de los autores del crimen.”

domingo, 30 de septiembre de 2007

Oro

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Cómo deseaba ese anillo. Desde que había entrado en aquel bar no había podido quitarle los ojos de encima. Se imaginaba con aquel sello de oro en el dedo de su mano derecha. Ahí, para que se viera bien. Para que todo el que le estrechara la mano rozara con sus dedos el fino metal.
Ahora, otro bar. Había ido tras el tipo. Hacía tiempo que no daba un palo, pero hay cosas que no se olvidan. Y aunque ya no se dedicaba a eso, seguía llevando su navaja de nácar en el bolsillo interno de la chaqueta. Por lo que puediera pasar, decía.
Esperaba el momento adecuado. Era un tío grande, e iba con otro igual de grande que él. No podría con los dos, tenía que esperar que se quedara solo. Tenía tiempo. Nadie lo esperaba, nada que hacer. Sólo esperar la ocasión.
Bebían. Cómo bebían. Buen estómago el de esos hijos de puta. Había perdido la cuenta de los cubatas que se habían metido ya en el cuerpo. Pero eso era bueno. Cuanto más alcohol más fácil sería convencerle de que le diera el anillo. Él, mientras tanto, mantenía la serenidad apurando cada cerveza. Además no era persona de malgastar. Ladrón sí, pero derrochador no. La mejor forma de no robar era no necesitándolo. De hecho ya no lo necesitaba. Hoy haría una excepción. Se había reintegrado a una sociedad con la cual estuvo enfrentado. En plan Robin Hood. Sólo que él se quedaba con lo que robaba, -es que yo soy pobre, ¿sabes? – se justificaba.

Salían de nuevo del bar. Y él, como no, detrás; oculto entre las sombras de la noche. De caza. Se paraban. Parecía que se despedían El amigo del colega se iba por un lado, el objetivo por otro. Había llegado la hora. Sintió su corazón latir más y más deprisa, y una sonrisa iluminó su cara. De nuevo esa sensación que apenas recordaba. La manos en los bolsillos, y con la navaja ya en la izquierda. Aceleró el paso, sin salirse aún de las sombras. Adelantó a su presa por el lado derecho y con un rápido movimiento se giró para quedar cara a cara, la mano ya levantada buscando el cuello rival con el filo de la navaja.

- Es rápido, este tío es rápido Me ha visto. O intuido. El caso es que ya no tengo la navaja.
Tirado en el suelo intentaba compreder cómo habia llegado hasta allí. Dolor. Un dolor cálido en la cara.
- Joder. ¿Cómo me ha dado? ¡Mierda!
No hay tiempo. Un zapato con un número 44 marcado en la suela golpea directamente en la boca. Escupe. Sangre y un diente. Uno más que faltará en la colección. Ahora lo levantan del suelo. Un puñetazo en el vientre bajo.
- Eso es jugar sucio amigo.
Otro directo a la nariz. Rota. Y un derechazo que va a la frente. Es el último. Un zumbido se entremezcla con una risotada grave. Cae al suelo. Y allí tirado, sonríe. Lo ha conseguido. Lleva el anillo. Aunque sólo sea marcado en la cabeza.

jueves, 27 de septiembre de 2007

El Pantano de la Tristeza

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Cuanto más profundamente se adentraban en el Pantano de la Tristeza, tanto más torpes se hacían sus movimientos.

- Ártax -dijo Atreyu -: ¿q te pasa?
- No lo sé, señor -respondió el animal-, creo q deberíamos volver. No tiene ningún sentido. Corremos tras algo q sólo has soñado. Pero no lo encontraremos. Quizá sea de todas formas demasiado tarde. Quizá haya muerto ya la Emperatriz Infantil y todo lo q hacemos sea absurdo. Vamos a volver señor.
- Nunca me has hablado así, Ártax -dijo asombrado Atreyu-. ¿Q te pasa? ¿Estás enfermo?
- Es posible -contestó Ártax-. A cada paso q damos, la tristeza de mi corazón aumenta. Ya no tengo esperanzas, señor. Y me siento cansado, tan cansado... Creo q no puedo más.
- ¡Pero tenemos q seguir! -exclamó Atreyu- ¡Vamos, Ártax!

Le tiró de las riendas, pero Ártax se quedó inmóvil. Se había hundido ya hasta el vientre. Y no hacía nada por librarse.

- ¡Ártax! -gritó Atreyu-. ¡No puedes abandonar ahora! ¡Vamos! ¡Sal de ahí o te hundirás!
- ¡Déjame señor! - respondio el caballito-. No puedo soportar más esta tristeza. Voy a morir.

Atreyu tiró desesperadamente de las riendas, pero el caballito se hundía cada vez más. Atreyu no podía hacer nada. Cuando, finalmente, sólo la cabeza del animal sobresalía ya del agua negra, Atreyu la cogió entre los brazos.

- Yo te sostendré Ártax -le dijo al oído-, no dejaré q te hundas.

El caballito relinchó una vez más suavemente.

- No puedes ayudarme, señor. Estoy acabado. Ninguno de los dos sabíamos lo q nos esperaba. Ahora sabemos por qué el Pantano de la Tristeza se llama así. La tristeza me ha hecho tan pesado q me hundo. No hay escapatoria.
- ¡Pero si yo tmb estoy aquí -dijo Atreyu-, y no me pasa nada!
- Llevas el Esplendor, señor -respondió Ártax-, y te protege.
- Entonces te colgaré el Signo -balbuceó Atreyu- Quizá te proteja también.

Quiso ponerle la cadena alrededor del cuello.

- No -resopló el caballito-, no debes hacerlo, señor. El Péntaculo te lo han dado a ti, y no tienes derecho a dárselo a nadie auqnuqe quieras.Tendrás q seguir buscando sin mí.

Atreyu apretó su cara contra la quijada del cabalo.

- Ártax... -susurró estranguladamente-. ¡Mi Ártax!
- ¿Quieres hacer algo por mí todavía, señor? -preguntó el animal.

Atreyu asintió en silencio.

- Entonces marchate, por favor. No me gustaría q me vieras cuando llegue el último elemento. ¿Me harás ese favor?

Atreyu se puso lentamente en pie. La cabeza de su caballo estaba ahora medio sumergida en el agua negra.

-Adiós, Atreyu, mi señor! -dijo Ártax-, ¡y gracias!

Atreyu apretó los labios. No podía decir nada. Saludó una vez más a Ártax y luego se dio media vuelta y se fue.




Fragmento del Capítulo III
La Vetusta Morla
La Historia Interminable
Michael Ende

martes, 25 de septiembre de 2007

Little Wing

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Well, she's walking

through the clouds

with a circus mind
that's running wild.


Butterflies and zebras and moonbeams
and fairy tales
that's all she ever thinks about
riding the wind.


When I'm sad

she comes to me
with a thousand smiles

she gives to me free.


It's alright, she says,it's alright.
take anything you want from me,
anything.

Fly on, little wing.

domingo, 23 de septiembre de 2007

La Puerta (I)



Sentada en la arena jugaba con algunas de las conchas que había ido recogiendo por la playa en su habitual paseo vespertino, y que ahora se amontonaban a su lado. Estaba oscureciendo, las gaviotas volaban nerviosas presintiendo la tormenta que se acercaba a lo lejos, y empezaba a refrescar. Se levantó, se guardó todas las conchas en los bolsillos, y se dirigió a su casa, unos metros más atrás. Una pequeña casa en primera línea de playa. Vivía allí con su perro Flint, un chucho que recogió de la calle, que cojeaba de una pata, y que se pasaba todo el día dormitando junto a la puerta de la casa. Justo cuando llegaba a la casa una fina lluvia empezó a caer; el olor de la arena mojada hizo que se volviera a contemplar el mar, que ahora, ya alborotado, dejaba regueros blancos de espumas sobre la playa.


Muriel era una mujer morena, de unos treinta y tantos años, que huyendo de su pasado había llegado a ese pueblo pesquero de la costa gaditana. Su llegada había causado una gran expectación, porque había comprado una casa que llevaba años puesta en venta, pero que nadie se había atrevido a comprar porque se decía que estaba encantada. Sin embargo ella llevaba más de un año viviendo allí y no había visto, oído o sentido la presencia de ningún fantasma.
Era una mujer solitaria. Apenas se relacionaba con la gente del pueblo. Mucho se comentaba de ella, y los niños le tenían miedo, porque decían que era una bruja. Pero Manuel, el dueño de una tienda de comestibles, decía que no, que en todo caso sería maga, pero de las buenas. Siempre contaba como el primer día que llegó la señorita Muriel al pueblo, había ido a su tienda, y como al entrar en ella la habitación se había llenado del olor de esa mujer, olor a melocotón decía, y que cuando habló fue como si el tiempo se parase. Le había preguntado si sería posible que le llevara aquellas cosas que le hicieran falta a su casa y que ella le pediría de vez en cuando por teléfono. Él había accedido sin problemas, no estaban las cosas como para perder clientes; le dio el número de la tienda anotado en un papel de liar fruta; al acercárselo había rozado unos de sus dedos, la piel estaba tan fría que apartó la mano bruscamente dejando caer el papel al suelo. Se puso colorado, se agachó a recoger el papel y volvió a dárselo temblando de vergüenza. Ella sonrío levemente, le dio las gracias y le dijo que ya lo llamaría.
Desde entonces no había vuelto a entrar en el pueblo, y sólo de vez en cuando se la veía pasear por la playa camino del faro, a cuyos pies muchas noches se quedaba mirando el mar hasta bien entrada la noche, y luego volvía de nuevo a su casa andando por la playa entre la oscuridad.


Era ya tarde cuando subió a su dormitorio. Le costaba dormir, y todas las noches se sentaba a leer en la terraza que tenía delante de la habitación, desde donde podía ver las luces de las barcas de pesca, que como luciérnagas iban de aquí para allá sobre la línea horizonte. No había dejado de llover desde la tarde, y ahora la lluvia era mucho más fuerte. Se había levantado un viento que se metía entre los recovecos de la casa y silbaba anunciando su presencia.
Muriel se levantó, decidida por fin a acostarse. Pero algo en la playa llamó su atención. Se fijó, y le pareció ver una sombra que se acercaba hacia la casa. Se quedó inmóvil y entornó los ojos para intentar rasgar el velo que la noche y la lluvia habían tejido para hacerlo todo menos nítido. No vió nada esta vez, aunque permaneció unos instantes más mirando la playa y se autoconvenció de que había sido un espejismo. Más tranquila se metió en la cama. Flint dormía a sus pies, pero un ruido junto a la escalera de entrada a la casa, lo despertó y empezó a gruñir. Estaba acostumbrada a vivir sola, y a las tormentas, y al ruido del viento y del mar encabritado, y a la oscuridad de la noche, pero algo había en el ambiente que le hacía sentir miedo. Un extraño silencio había seguido a los ruidos de antes, y sólo los gruñidos de Flint rompían aquella calma tan tensa. Y sonó el timbre de la puerta. Muriel se quedó inmóvil, sin saber que hacer. Ahora llamaban golpeando la puerta con fuerza. Decidió no bajar a abrir y esperar acurrucada en la cama. Flint seguía gruñendo, pero también se había escondido bajo la cama. Un frío metálico había invadido la habitación, y de nuevo el timbre y los golpes sonaron en la puerta. Se levantó para asomarse a la ventana. Desde allí no podía ver la entrada, pero escondida tras los visillos intentaba adivinar quién podía estar llamando. No pudo ver nada. Y los golpes cesaron, Flint dejó de gruñir y salió de debajo de la cama y ya no oyó nada más. Se echó de nuevo en la cama. No podía dormir, no quería quedarse dormida. Pensaba en quién podría ser y sobre todo por qué había tenido esa extraña sensación de frío y miedo. No quería quedarse dormida pero abrazada a la almohada se le cerraron los ojos, y se durmió.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Pasear Bajo la Lluvia

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Me gusta pasear por una ciudad un mañana cualquiera.
Me gusta no tener q ir a ningún sitio, no tener prisa. Poder sentarme en un banco a esperar q pase el tiempo.
Me gusta perderme entre la gente.
Me gusta sentirme insignificante.
Suenan truenos a lo lejos. Estoy lejos de casa. No tengo paraguas.
Ya no soy insignificante. Soy un valiente. Soy el q no teme mojarse.

Me gusta más pasear por una ciudad una mañana de lluvia cualquiera.



jueves, 20 de septiembre de 2007

Lucha de Gigantes

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El lunes pasado el programa de Buenafuente acabó con la actuación de Nacha Pop. Me llamó la atención el aspecto de Antonio Vega. Me impresionó mucho. Supongo q es lo q tiene la droga. Pero no pude evitar q se me pusieran los pelos de punta al verlo.
Estas canciones son suyas. Y van por él.







miércoles, 19 de septiembre de 2007

Quiero ser espía

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Me gustan las pelis y series de espías... tanto q de pequeño decidí convertirme en uno. Así q desde entonces sigo un duro entrenamiento, por si algún día tengo la oportunidad de formar parte de alguna agencia de inteligencia:

- Me gusta observar a la gente q me cruzo por la calle, o q entran en una bar o en una tienda o en donde sea q yo esté; si son diestros o zurdos, si fuman, si llevan gafas de sol y se las quitan o no para hablar con alguien…

- Me gusta memorizar matrículas, números de teléfono, carreteras y planos de ciudades q desconozco.

- Cuento los escalones de las escaleras, por si algún día tengo q huir por ellas en la oscuridad.

- Me fijo en dónde están las puertas de seguridad en los centros comerciales y las cámaras de seguridad en los bancos.

- Aunque soy diestro intento usar las dos manos, para escribir, para comer… nunca sabes cuando pueden dejarte con alguna inutilizada.

- Afino mi puntería tirando gomillas a algún objetivo q encuentre por mi habitación.

- No fumo, no me gusta el tabaco, ni su olor, ni el humo, ni nada; pero aprendí a fumar por si algún día me ofrecían una pipa de la paz, ya q sería muy descortés rechazarla.

- Lo mismo me pasa con el whisky, tampoco me gusta, pero es lo q suelen ofrecer los mafiosos...


Y un largo etcétera más. Y es q hay películas, como esta, q acabaran por volverme aún más loco.








lunes, 17 de septiembre de 2007

Llantos de Pasión

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Estuve hoy ordenando una estantería, haciendo hueco a algunos libros q tenía aún metidos en una caja desde mi última mudanza. Y buscando entre los libros he encontrado notas q estando ya olvidadas esperaban pacientemente a q alguien las descubriera.

Me he pasado la tarde releyendo esas notas. Y las dedicatorias de los libros. Y los propios libros, por donde esas notas señalaban. Y me he sentido parte de ellos, como protagonista de una historia en la q los personajes visten con trajes, y llevan sombrero, y pasan las tardes leyendo libros en cafeterías en donde alguien tocaba el piano.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

La Dame Brune

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miércoles, 15 de agosto de 2007

El Hombre que titula Libros

Hoy escribo un cuento...


EL HOMBRE QUE TITULABA LIBROS


Hace mucho tiempo vivía un niño al que le gustaba mucho leer. Le encantaba perderse en los mundos imaginarios al que cada libro le llevaba. Le gustaba participar en ellos y ser un protagonista más de cada historia. De esta forma creció rodeado de la magia con la que la literatura atrapa a quien le gusta leer. Así q cuando llegó la hora de decidir qué es lo que quería ser en la vida, aquel niño, que ya no lo era tanto, pensó dedicarse a escribir libros de cuentos, que eran los libros q más le gustaban.

Y empezó a prepararse. Quería ser escritor con todas las de la ley. Así que no podría escribir con cualquier cosa, y fue a comprarse una pluma negra de punta fina, que a él no le gustaban los trazos gruesos. Y de camino pensó que tenía que tener un cuaderno con muchas hojas, porque pensaba escribir muchos cuentos, y compró un cuaderno liso de anillas grandes. Y luego pensó también que para escribir tenía que estar cómodo, y fue a una carpintería para que le hicieran una mesa de madera noble, muy grande, para tener sitio para poner cosas, y con un cajón hondo para después poder guardarlas; y una silla alta con un cojín que le sujetara la espalda; y una estantería amplia, para poner todo lo que escribiera.

Y cuando lo tuvo todo listo se sentó en la silla frente a la mesa, cogió la pluma y abrió el cuaderno. Pensó un poco y rápidamente empezaron a nacer ideas en su cabeza. Y a cada una de esas ideas les fue poniendo nombre, y los iba apuntando en el cuaderno. Se sentía feliz de todas las cosas que se le iban ocurriendo.

- Uis, q de libros voy a escribir, ¡y en un solo día!

Pero pronto se dio cuenta de que la cosa no era tan fácil. Sí, tenía muchas ideas, pero luego era incapaz de desarrollarlas. Siempre se quedaba en los títulos, que eso sí, eran preciosos. Y así pasaba un día tras otro, inventando nombres para sus libros, pero sin llegar a escribir ninguno.
Tantos nombres escribió, que al cabo del tiempo se le acabó aquel cuaderno liso y con anillas grandes que compró. Y se sintió un poco decepcionado por no haber conseguido escribir ni un solo cuento. Así que se enfadó un poco consigo mismo, y guardó la pluma y el cuaderno en uno de los cajones de la mesa y decidió dejar de ser escritor.

Pasaron los años, y aunque no volvió a intentar escribir, nunca dejó de leer. Ahora que sabía lo difícil que era contar una historia aún le gustaba más la lectura. Pero cada vez que leía uno, pensaba que el libro era tan bueno que el título que le habían dado no mostraba todo su valor. Y entonces iba a su mesa de madera noble, y cogía del cajón hondo su cuaderno, y buscaba entre todos los nombres que él había inventado uno nuevo para cada libro, y con su pluma negra escribía en la primera página el título alternativo que él les daba.
Y estaba contento, porque aunque no pudo escribir nunca uno, sintió cada libro que había renombrado como si fuera propio. Y los fue poniendo en la estantería que había comprado. Y se sintió orgulloso de su pluma, de su cuaderno, de mesa, de su silla y de su estantería, que por fin veía llena. Y se sintió feliz.

El hombre vivió mucho tiempo, y durante toda su vida renombró un gran número de libros. Pero un día, como nos tiene que pasar a todos, murió. Y cuando fueron a su casa, a recoger sus cosas, un familiar suyo, al que también le gustaba mucho la lectura, pidió que le dejaran llevarse la estantería, y se la llevó.
Y al descubrir en la primera página de cada libro el nuevo título que su tío lejano le había puesto a cada uno, vió que eran tan buenos que decidió escribir a todas las editoriales para enseñarles los nuevos nombres. Y en las editoriales se dieron cuenta de que esos nombres eran muy apropiados, y decidieron cambiarles a los libros los títulos.

Entonces, los libros con los nombres cambiados empezaron a venderse aún más, y la gente a la que antes no le gustaba leer, empezó a interesarse por la lectura, y pronto todo el mundo quedó contagiado por la misma magia que una vez atrapó a aquel niño que soñó con ser escritor.

Y así todos los libros que conocemos, se llaman de forma diferente a la original, porque hoy los llamamos por el nombre que aquel hombre creyó que era más adecuado.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

lunes, 13 de agosto de 2007

Pintor de Sueños

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Espero la llegada de la noche con ansiedad. Cada hora que pasa es un barrote menos en esta cárcel desde la que contemplo en soledad las vidas ajenas. Pero la noche es una liberación. Me gusta. Llegar a la cama, cerrar los ojos y ponerme a pintar. Así puedo dejar de ser el bicho raro de la oficina, y olvidarme de mi propia vida, y de la gente que no me comprende, que no quiere comprender nada. Y ser un pintor de sueños, para convertir mi realidad en mi ilusión; tú.

Cuando sueño es fácil. Coger una brocha mágica y deslizarla por mi mente vacía, hecha nada, porque de inmediato aparece todo un cielo estrellado, y bajo la luz de la luna estás, mi amor, enseñándome a volar sobre una estrella fugaz en la playa. Y te beso como no hace mucho te besaba en el mundo real. Ese mundo en el que te echo tanto de menos.

Y de nuevo un brochazo, y esta vez paseamos cogidos de la mano por calles desiertas, sin tener que esconder nuestro amor, sin tener que reprimir el decirnos te quiero, sin tener que buscar un sitio apartado para que el amor platónico se haga físico.

Otro sueño, otro cuadro; un lago subterráneo donde hace algún tiempo se bañaban reyes moros y cristianos, y en el que ahora sólo se mojan monedas, deseos de personas que como yo aún creen en esas pequeñas cosas que me enseñaste.

Y otro; vuelo por un desierto de arena en una búsqueda contra reloj del amor perdido.

Y cuando llega el día, de nuevo a esperar a que llegue la noche, para volver a pintar historias en las que los dos seamos protagonistas de tantos cuadros por mí no olvidados.


Para ti, luz que iluminas mis anhelos.

jueves, 2 de agosto de 2007

Tres cajas y una nota

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Caja 1

La había conocido como se conocen a esas personas que de un modo u otro terminan marcando tu vida, de casualidad. No soy un buen partido. Ni un físico atractivo ni gracia suficiente como para conquistar a nadie sólo por mi labia. Pero ella había bebido lo bastante como para no notar lo primero y que no le importase lo demás. Así que después de algunas copas más y de un jijiji y un jajaja, acabamos enrollándonos apoyados en cada coche que encontramos aparcado en la calle, y echando un polvo rápido en un portal oscuro.
Después de esa noche, coincidimos un par de veces más en el mismo sitio, y a partir de ahí iniciamos una especie de relación, basada en beber alcohol por ahí y tener sexo en mi casa.

Así hasta esa noche. Fue una noche como cualquier otra. Nos tomamos unas cervezas, cenamos a base de tapas, y después nos fuimos a mi cama, a gastar aquella caja de Dúrex que nos había durado lo que dura un fin de semana.


Caja 2

- ¿Tienes un cigarrillo?
La miré, aunque ya me había fijado en ella cuando entró en el bar y vino a sentarse justo a mi lado. Di gracias a Dios por no haber dejado el tabaco. Me metí la mano en el bolsillo y le alargué la caja de Winston que acaba de sacar de la máquina. Cogió un cigarro y se lo encendí.
- Gracias.
- No hay de qué.
Ese, sin más, fue el principio. Esa fue mi suerte. Haber estado sentado en el sitio y momento adecuado. Y fumar.

Me desperté y ya se había marchado. Miré el despertador, era muy temprano. Siempre se iba sin despertarme, pero me extrañó que se fuese a esa hora. Me incorporé y fui a coger un cigarro. Y entonces me di cuenta.


Caja 3

Lo planeé al milímetro. Y todo iba bien. Me parecía que no había notado nada. Y eso que yo no soy nada bueno disimulando.
Llegamos al piso, y antes de cerrar la puerta ya nos estábamos comiendo a besos de tal forma, que entramos en mi cuarto medio desnudos.
Y ahí estaba. Encima de la almohada una cajita, de esas que llevan dentro un anillo. Se le fue esa sonrisa suya con la que uno no sabía si se reía contigo o de ti.
- ¿Qué es eso?
- Ábrela.
- No me asustes, ¿no será un anillo?
- No, ábrela.

La miró. Me miró. Se resistió. Finalmente la abrió. Vio la llave, y sin preguntar nada más me besó, e hicimos el amor, estoy seguro, como nunca antes lo había hecho nadie en el mundo.


La nota

Ahí estaba, junto a la caja de Winston y de la de condones, una nota debajo de la cajita con la llave. Aquella estúpida llave, la de mi apartamento. Vaya idea amigo. Intentar atraparla.

“Lo siento pero es por tu bien. Si cojo la llave hoy, a lo mejor te la devuelvo mañana, o el otro, o el otro. Da igual. Pasaría más tarde o más temprano. Y cuanto más tarde más te habría dolido. Un beso”.


Y desapareció. Ni una sola pista sobre dónde se podía haber metido. La llamé por teléfono. Pasé por donde me había dicho que trabajaba, pero nadie reconocía ni el nombre ni la descripción que yo daba. La busqué por todos los bares que frecuentábamos, y también por los que no. Nada.
Al cabo de un tiempo dejé de buscarla. Pero desde entonces vuelvo cada noche al bar donde una vez me pidió tabaco, esperanzado en volver a encontrármela algún día.

martes, 31 de julio de 2007

Aprovecha los minutos...

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La Tercera Ley de Newton

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Mientras la profesora Lola explicaba la Tercera Ley de Newton, Miguel le daba vueltas a eso de la acción y reacción, y se decía que qué razón tenía el Isaac ese, porque ante la, para él, inconmensurable acción que ejercían las piernas de la profesora bajo la falda, se estaba dando una reacción de considerables dimensiones en sus pantalones. Y claro, el cúmulo de sangre en cierta parte de su anatomía traía como nueva reacción que no hubiera la necesaria en la cabeza, y esto otra reacción más, una gran cara de tonto, que provocó a su vez que la señorita le preguntara que en qué demonios estaba pensando. Y cuando creyó haber descubierto un fallo en la famosa ley, ya que ante la pregunta de la profesora no se había producido reacción alguna en su cerebro, cayó en la cuenta de que ya no estaba en su clase, sino en el despacho del director, y que la reacción que se le venía encima confirmaría en toda regla la dichosa tercera ley esa.

lunes, 30 de julio de 2007

Una Noche de Verano

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Hace calor. No puedo dormir y doy vueltas en la cama. Tiro la almohada al suelo. No me hace falta, me sobra. Pienso en levantarme, pero no sé si hacerlo. Ansiedad. Necesito q me de el aire. Despejarme. No me decido. La casa está en silencio. Todos duermen, menos yo. Me levanto. Un momento. Escucho. Nada. Me siento en la cama y pienso. Ya me he decidido. Me visto. El mismo pantalón vaquero y camiseta negra de los últimos días. Y las llaves, y las del coche. Voy a ir en coche. Salgo de la habitación despacio. En tensión. Cuidando de no hacer ruido. Sé q la puerta suena al abrirse. Espero q pase un coche por la calle para q disimule el chirrido. Tarda en pasar alguno, pero espero. Ya, ahí viene uno. Entonces abro la puerta. Lo justo para pasar, y cerrar. Hago un poco de ruido. Me quedo como paralizado, esperando algo. Pasan unos segundos. Me recupero de la tensión y bajo por las escaleras. Ni siquiera enciendo la luz. Llego a la calle. Ya está. Libertad. Voy a por el coche. Me monto, bajo las ventanillas y arranco. Entra aire. Más libertad. Voy por calles sin saber muy bien a donde. No es importante. Lo veo todo como si yo fuera una cámara y estuviera grabando una película. Es raro. Pero me gusta. Falta algo. Falta la banda sonora. Pongo una cinta. Una q me grabó ella. Suena Cosmic Girl, Jamiroquai. Y me acuerdo del video clip de los coches. Pega como banda sonora de esta película. Hay gente en la calle. Los miro. Ellos no me miran a mí. Sólo soy un coche q pasa por delante suya. Como yo paso por la vida. Sin más importancia q la de un coche pasando por la calle una noche cualquiera. He salido de la ciudad. Sin darme cuenta. Voy por la carretera. Más velocidad. Más aire. Más libertad. Menos q pensar. Menos ansiedad.
Vuelvo a casa. Todo sigue igual. Silencio. Todos duermen. La almohada en el suelo. Ahora me acuesto. La almohada está fresquita. Q bien. No q mal. Miro el reloj. Pronto me tendré q levantar.

Hallelujah

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Te amo, te deseo

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Te sigo deseando como el primer día... deseo besarte entera, recorrer todo tu cuerpo cubriéndolo de caricias, parar mis labios en tu cuello, llegar luego a esos pechos infinitos y al ombligo, q para mí, es el ombligo del mundo, hacerte cosquillas con la barba entre los muslos, hundir mi lengua en ti, ver como te estremeces, como te pones roja, seguir el ritmo q me marques, porque en ese momento, como en todos, tú eres lo más importante. Y luego, cuando todo haya acabado, poner mi cabeza en tu cintura y esperar juntos a q vuelva la calma. Te amo.

Qué significa Amor

- Permite q te cuente una historia Anjin-san. Cuando yo era joven, mi padre era general de un daimío llamado Goroda. En aquellos tiempos el señor Goroda no era aún el gran Dictador. Mi padre invitó a Goroda y a sus principales vasallos a un banquete. Ni se le ocurrió pensar q no había dinero para comprar toda la comida y el saké y la vajilla y las demás cosas requeridas para tan importante visita. Y no es q mi madre fuese mala administradora, sino todo lo contrario. Gracias a su sentido del ahorro, mi padre pudo llevar cinco mil trescientos guerreros al combate en vez de los cuatro mil q oficialmente le correspondían. Pero la familia teníamos apenas lo necesario para comer.


No había dinero para la fiesta. En vista de ello, mi madre se dirigió a los peluqueros de Kyoto y les vendió su cabellera. Recuerdo q era negra como la noche y q le llegaba más debajo de la cintura. Pero la vendió. Los peluqueros se la cortaron aquel mismo día y le dieron una peluca barata, y ella compró todo lo necesario y salvó el honor de mi padre. Debía pagar facturas y las pagó. Cumplió su deber. Para nosotros, el deber es lo más importante.


¿Qué podía decir, sino darle las gracias? Ella tenía el deber de encontrar el dinero, de salvar su honor.


- Debía de amarlo mucho.

- El amor es una palabra cristiana, Anjin-san. Nosotros no tenemos una palabra para el amor tal como vosotros la entendéis. Deber, lealtad, honor, respeto, deseo: tenemos esas palabras, y nos bastan.

James Clavell
SHOGÚN

La estrella de mar y el cangrejo

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En una roca subida
Una estrellita de mar
Se pasaba todas las noches
Mirando estrellas pasar

Un cangrejo q por viejo
Mucho ya había vivido
La observaba diariamente
Desde su agujero metido

Estrella estrellita
¿Q miras con ilusión?
La estrellas de cielo
Q brillan sin ton ni son

¿No te han contado
Oh Pequeña niña
Por q se mueven así
Las estrellas ahí arriba?

No me explicaron nada
q no fuera nadar
y esconderme rápido
si un pez veía pasar

Las estrellas del cielo
son estrellas de mar
q llegando al horizonte
aprendieron a volar

Algún día estrellita
Tú también aprenderás
Y entonces desde el cielo
Bailando me saludarás

Oh q feliz sería
Si eso fuese cierto
Y alegre le gritaría
¡Hola señor cangrejo!

Everybody needs somebody

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Todos necesitamos a alguien a quien amar y q nos ame. Para todos vosotros, esta canción. (es un poco larga pero me gusta más así).



Me gusta... (II)

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- Q me digan q me quieren
- Soñar despierto
- Observar la vida diaria de una gran ciudad
- El sexo
- Q me pidan ayuda y poder ofrecerla
- La paz
- Q me besen y me de mordisquitos por la oreja
- Conducir por la noche sin atascos
- Silbar
- Meterle mano a mi novia
- Pensar q no soy uno más
- Los regalos sin motivo
- Quedarme una noche entera leyendo un libro
- Las vacaciones
- Hacer bien mi trabajo
- Levantarme temprano, pero algún día levantarme muy muy muy tarde
- Q me hagan cosquillas en la espalda y el pelo
- Q me cuenten cuentos
- Desaparecer y quedarme solo con mis pensamientos
- Vivir a pesar de todo

Me gusta... (I)

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Me gusta...

- Quedarme dormido escuchando llover
- Pasear sin rumbo fijo
- Ver una peli con todas las luces apagadas
- Quedarme en la orilla del mar y sentir cómo se van enterrando los pies en la arena
- Cantar en el coche y descubrir q los del coche de al lado me están mirando
- El gazpacho y la tortilla de patatas
- Encontrarme con alguien q no veo desde hace mucho tiempo
- Recibir una postal
- Discutir sobre algo y tener razón
- Jugar
- Gritar un gol de mi equipo
- Cuidar de mis plantas y mi bonsai
- La luna llena
- Ver una estrella fugaz y pedir un deseo
- El olor de la playa y el mar
- Dormir la siesta acompañado, y en una cama muy grande
- Hacer el tonto
- Desayunar fuera de casa
- Comprarme cosas cuando estoy triste
- Inventarme historias para explicar la realidad de forma más divertida

Enigmas del Corazón

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Todos tenemos a alguien q nos ama. Lo sabremos al apoyar la cabeza sobre su pecho. Entonces oiremos como los corazones laten con la misma fuerza, con el mismo ritmo, al unísono, y ya nada ni nadie los podrá separar, porque no serán dos, sino un sólo corazón q alimentará dos vidas para un amor.

Por eso, si alguna vez una mujer apoya su cabeza en mi pecho, no pensaré q está loca... esperaré q nuestros corazones latan juntos y entonces sabré q ella es mi amor verdadero.

El Libro de los Sueños Olvidados

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Las pulgas colgantes son unos seres minúsculos q habitan en la cabeza. Son una especie de nubes de algodón con un gancho con el cual se fijan a las neuronas. Tienen fotofobia, y por eso se pasan todo el día durmiendo y esperan a llegue la noche para despertarse e iniciar su actividad.
Entonces, justo cuando cerramos los ojos y no entra ni una pizca de luz por ellos, empiezan a saltar de unas neuronas a otras, jugando a ver cuál llega más lejos o aguanta más tiempo enganchada a una neurona q esté muy muy alta.

Y claro con tanto moviento por ahí dentro las neuronas no pueden dormir, y para protestar crean los sueños, porque estos molestan enormemente a las pulgas, ya q las arrastran como hojas en el viento.



Tenemos mucha suerte cuando recordamos nuestros sueños. Soñar es como ir al cine sin saber q película vamos a ver. A veces nos encontramos con pelis buenas, otras con pelis malas. Pueden ser de aventuras, románticas, de miedo, o incluso, por qué no, cine X. Por eso es una lástima q muchos de esos sueños se nos olviden al despertarnos.

Y para q no se olviden, nada mejor q apuntarlos en un libro, para q podamos releer cuando fuimos protagonistas de una peli de monstruos, princesas o piratas.


Gracias pulgas por no dejar dormir a mis neuronas.