jueves, 31 de mayo de 2012

Hijo del Agobio

Dormidos al tiempo y al amor
un largo camino y sin ilusión
que hay que recorrer
que hay que maldecir.
Hijos del agobio y del dolor
cien fuerzas que inundan
el corazón
te separan de ti.

Hijos del Agobio - Triana


No puedo dormir.
Y estas noches, todo lo que pienso es malo.
¿Por qué hice las cosas así?
Siempre se me ocurre algo diferente.
Y me levanto
con la sensación de que empezar de cero
es cada vez más necesario.
Pero, ¿cómo?
El tiempo pasa
y es paradójico
que las horas vayan
en contra del olvido.



viernes, 25 de mayo de 2012

y Esperanza

- ¿Queréis decir por qué finjo? Es muy sencillo -contestó-. A ciertas personas no les gusta mi manera de vivir. Bien, yo podría mandarlas al infierno, si no les gusta no les importa. Pero no las mando al infierno, ¿comprendéis?...
Dill y yo contestamos al unísono:
- No, señor.
- Procuro proporcionarles una explicación, ya veis. La gente se siente satisfecha si puede encontrar una explicación.
- Pero no está bien, señor Raymond, que se finja más malo de lo que ya es.
- No está bien, pero a la gente le resulta muy útil. Entre nosotros, señorita Finch, yo no soy un gran bebedor, pero los demás nunca comprenderían que vivo como vivo porque así quiero vivir.
Jamás me había topado con alguien que quisiera deliberadamente desacreditarse. Pero, ¿por qué nos confiaba su gran secreto? Se lo pregunté.
- Porque vosotros sois niños y podéis comprenderlo -dijo- y porque he oído a éste... -y con un ademán de la cabeza indicó a Dill-. Las cosas del mundo aún no lo han corrompido del todo. Deja que se haga un poco mayor y ya no sentirá asco ni llorará. Quizá crea que las cosas no están... digamos, del todo bien, pero no llorará; cuando tenga unos años más, ya no.
- ¿Llorar por qué, señor Raymond?
- Llorar por el infierno puro y duro en que unas personas hunden a otras... sin detenerse a pensarlo siquiera.


Matar a un Ruiseñor - Harper Lee


Si hay una razón para leer Matar un Ruiseñor, es la necesidad que tenemos de reconciliarnos con la condición humana.
Porque no deberíamos dejar de ver el mundo con los ojos de un niño, porque deberíamos saber ponernos en el lugar de los demás... tengamos esperanza.


miércoles, 23 de mayo de 2012

Asco...

Escogimos una encina y nos sentamos debajo.
- Es que no aguantaba a ese hombre -explicó Dill.
- ¿A quién, a Tom?
- Al viejo, al señor Gilmer, que le trataba de ese modo y le hablaba de esa manera tan odiosa...
- Es su trabajo, Dill. Mira, si no tuviésemos fiscales... Bueno, no podríamos tener abogados defensores, ¿no?
Dill suspiró.
- Ya lo sé, Scout. Pero su manera de hablar me ha dado náuseas; me ha puesto enfermo de veras.
- Tiene que obrar así, Dill, sólo estaba inten...
- No obra así cuando...
- Dill, los otros eran sus testigos.
- Tu padre no se portó así con Mayella y el viejo Ewell cuando los interrogó. El tono con que ese Gilmer lo llamaba "muchacho" y se mofaba de él, y volvía la mirada al jurado cada vez que Tom contestaba...
- Vale, Dill, al fin y al cabo no es más que un negro.
- Me importa un comino. No es justo... no es justo tratarlos de ese modo.
- Ese es el estilo del señor Gilmer, Dill; a todos los trata así. Tú nunca le has visto ensañarse de veras con alguien. Vaya, cuando... mira, a mí se me antoja que hoy el señor Gilmer no se ha esforzado demasiado. A todos los tratan de ese modo; la mayoría de los abogado, quiero decir.
- Tu padre no lo hace.
- Atticus no sigue la regla general, Dill, él es... Atticus es el mismo en la sala del juzgado que en la vía pública.
- No me refiero a eso -objetó Dill.
- Sé lo que quieres decir, muchacho -exclamó una voz detrás de nosotros. Pensamos que había salido del tronco de la encina, pero pertenecía a Dolphus Raymond-. No es que seas demasiado fino, es sencillamente que te da asco, ¿verdad? 


Matar a Un Ruiseñor - Harper Lee