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domingo, 10 de noviembre de 2013

Así nos enseñaron






- Déjame decir sólo esto, ¿ok? Esa mujer estaba en el mostrador tomando una muestra tras otra, ¡probó 10 sabores diferentes! 
- Está permitido hacer eso.
- Está permitido probar los helados gratis, tal vez uno o dos, pero ¡no abuses de tu privilegio! Ella abusó de su privilegio para probar sabores. ¿Y sabes qué más? Estaba preocupado por la mujer que atiende en el mostrador.
- Si hubiese tenido un problema con ella no crees que le diría "disculpe señora..."
- ¡No, no! Porque le enseñaron que el cliente siempre tiene razón. Y en realidad, el cliente, por lo general es un imbécil y gilipollas.

Larry David - Temporada 6 Capítulo 3


Nos pasa lo mismo con el sistema. Nosotros estamos en el mostrador, y el sistema es nuestro principal cliente. Y dejamos que abuse de nosotros porque así nos enseñaron.

viernes, 25 de mayo de 2012

y Esperanza

- ¿Queréis decir por qué finjo? Es muy sencillo -contestó-. A ciertas personas no les gusta mi manera de vivir. Bien, yo podría mandarlas al infierno, si no les gusta no les importa. Pero no las mando al infierno, ¿comprendéis?...
Dill y yo contestamos al unísono:
- No, señor.
- Procuro proporcionarles una explicación, ya veis. La gente se siente satisfecha si puede encontrar una explicación.
- Pero no está bien, señor Raymond, que se finja más malo de lo que ya es.
- No está bien, pero a la gente le resulta muy útil. Entre nosotros, señorita Finch, yo no soy un gran bebedor, pero los demás nunca comprenderían que vivo como vivo porque así quiero vivir.
Jamás me había topado con alguien que quisiera deliberadamente desacreditarse. Pero, ¿por qué nos confiaba su gran secreto? Se lo pregunté.
- Porque vosotros sois niños y podéis comprenderlo -dijo- y porque he oído a éste... -y con un ademán de la cabeza indicó a Dill-. Las cosas del mundo aún no lo han corrompido del todo. Deja que se haga un poco mayor y ya no sentirá asco ni llorará. Quizá crea que las cosas no están... digamos, del todo bien, pero no llorará; cuando tenga unos años más, ya no.
- ¿Llorar por qué, señor Raymond?
- Llorar por el infierno puro y duro en que unas personas hunden a otras... sin detenerse a pensarlo siquiera.


Matar a un Ruiseñor - Harper Lee


Si hay una razón para leer Matar un Ruiseñor, es la necesidad que tenemos de reconciliarnos con la condición humana.
Porque no deberíamos dejar de ver el mundo con los ojos de un niño, porque deberíamos saber ponernos en el lugar de los demás... tengamos esperanza.


miércoles, 23 de mayo de 2012

Asco...

Escogimos una encina y nos sentamos debajo.
- Es que no aguantaba a ese hombre -explicó Dill.
- ¿A quién, a Tom?
- Al viejo, al señor Gilmer, que le trataba de ese modo y le hablaba de esa manera tan odiosa...
- Es su trabajo, Dill. Mira, si no tuviésemos fiscales... Bueno, no podríamos tener abogados defensores, ¿no?
Dill suspiró.
- Ya lo sé, Scout. Pero su manera de hablar me ha dado náuseas; me ha puesto enfermo de veras.
- Tiene que obrar así, Dill, sólo estaba inten...
- No obra así cuando...
- Dill, los otros eran sus testigos.
- Tu padre no se portó así con Mayella y el viejo Ewell cuando los interrogó. El tono con que ese Gilmer lo llamaba "muchacho" y se mofaba de él, y volvía la mirada al jurado cada vez que Tom contestaba...
- Vale, Dill, al fin y al cabo no es más que un negro.
- Me importa un comino. No es justo... no es justo tratarlos de ese modo.
- Ese es el estilo del señor Gilmer, Dill; a todos los trata así. Tú nunca le has visto ensañarse de veras con alguien. Vaya, cuando... mira, a mí se me antoja que hoy el señor Gilmer no se ha esforzado demasiado. A todos los tratan de ese modo; la mayoría de los abogado, quiero decir.
- Tu padre no lo hace.
- Atticus no sigue la regla general, Dill, él es... Atticus es el mismo en la sala del juzgado que en la vía pública.
- No me refiero a eso -objetó Dill.
- Sé lo que quieres decir, muchacho -exclamó una voz detrás de nosotros. Pensamos que había salido del tronco de la encina, pero pertenecía a Dolphus Raymond-. No es que seas demasiado fino, es sencillamente que te da asco, ¿verdad? 


Matar a Un Ruiseñor - Harper Lee