-
-
-' -
- ¿Qué imágenes son ésas?
-Son los sueños olvidados del mundo de los seres humanos -explicó Yor-. Un sueño no puede convertirse en nada una vez que se ha soñado. Pero cuando el hombre que lo ha soñado no lo guarda ¿a dónde va a parar? Viene aquí, con nosotros, a Fantasia.
'
'
'
'
-Escucha, Bastián Baltasar Bux -dijo-. Tú buscas el Agua de la Vida. Quisieras poder amar, para volver a tu mundo. Amar ¡eso se dice muy fácilmente! El Agua de la Vida te preguntará: ¿a quién? No se puede amar sencillamente, en general y de cualquier manera. Sin embargo, tú lo has olvidado todo, salvo tu nombre. Y si no sabes contestar no podrás beber. Sólo te puede ayudar un sueño olvidado que vuelvas a encontrar, una imagen que te lleve hasta la fuente. Pero para eso tendrás que olvidar lo último que te queda: tendrás que olvidarte de ti mismo. Y eso requiere un trabajo duro y paciente.
.
.
.
Mientras Bastián contemplaba la imagen que tenía ante sí en la nieve, se despertó en él una añoranza. Le dolía el corazón, que le resultaba insuficiente para una añoranza tan grande. Con aquella oleada se hundieron todos los recuerdos que aún tenía de sí mismo. Y olvidó por último lo que le quedaba: su propio nombre.
'
'
'
Aquella noche, el muchacho que no tenía ya nombre no pudo dormir, a pesar de todo su cansancio. Continuamente veía la imagen ante sí. Era como si la imagen quisiera decirle algo pero no pudiera por estar encerrado en el bloque de hielo. El muchacho sin nombre quería ayudarlo, hacer que el hielo se licuara. Como si soñara despierto, se veía a sí mismo abrazando el hielo para hacerlo fundirse con el calor de su cuerpo. Pero todo era inútil.
'
'
'
Y la alegría lo llenó de la cabeza a los pies, alegría de vivir y alegría de ser él mismo. Porque ahora sabía otra vez quién era y de dónde era. Había nacido de nuevo. Y lo mejor era que quería ser precisamente quien era. Si hubiera tenido que elegir una posibilidad entre todas, no hubiera elegido ninguna otra. Porque ahora sabía: en el mundo hay miles y miles de formas de alegría, pero en el fondo todas son una sola: la alegría de poder amar. Eran aspectos de una misma cosa.
-
-
-
La Historia Interminable
Michael Ende (editado por J.Himilce)
--
-