Toulouse Lautrec - Beso en la cama
- Es el diamante más grande del mundo.
- No –corrigió el gitano-. Es hielo.
José Arcadio Buendía, sin entender, extendió la mano hacia el témpano, pero el gigante se la apartó.
- Cinco reales más para tocarlo-, dijo.
José Arcadio Buendía los pagó, y entonces puso la mano sobre el hielo, y la mantuvo puesta por varios minutos, mientras el corazón se le hinchaba de temor y de júbilo al contacto del misterio. Sin saber qué decir, pagó otros diez reales para que sus hijos vivieran la prodigiosa experiencia. El pequeño José Arcadio se negó a tocarlo. Aureliano, en cambio, puso la mano y la retiró en el acto.
- Está hirviendo-, exclamó asustado.
Pero su padre no le prestó atención. Embriagado con la evidencia del prodigio, en aquel momento se olvidó de la frustración de sus empresas delirantes y del cuerpo de Melquíades abandonado al apetito de los calamares. Pagó otros cinco reales, y con la mano puesta en el témpano, como expresando un testimonio sobre el texto sagrado, exclamó:
- Este es el gran invento de nuestro tiempo.
Cien Años de Soledad
Gabriel García Márquez
Y el niño experimentó la misma sensación q José Arcadio Buendía cuando lo llevaron a conocer el hielo. Y supo, al observar a aquella maravillosa criatura, desnuda y dormida junto a él, q se había convertido en hombre, y ella en su mujer.
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4 comentarios:
Espero que te gustase el libro :)
Me encantó: reí, lloré, me enfadé, sentí amor, y odio... lo tiene todo. Gracias.
Lo que más me gusta de usted, monsieur Himilce, es la sensibilidad que late en sus letras, que me emociona y me llega muy adentro... Gracias. Besos de dulces sueños
De nuevo me dejó sin palabras... gracias a usted Madame Vaudeville. Un beso.
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