jueves, 19 de mayo de 2011

Cuando Ya no hay Nada que Hacer




[...] Lentamente caen las hembras melancólicas al río. Hay veces que setiembre es una fuga de mujeres pálidas menstruando sin piedad en las escalinatas de los muelles. Luego se arrojan distraídamente. Nunca más se las ve.


—¿Por qué tardaste tanto? —me preguntó al fin.
No le respondí. No había respuesta, y además no era necesaria.
—Pasaron quince años desde el día que lo escribí —intentó justificarse—. Eso es demasiado tiempo para una mujer sola.
—¿Es tarde, Erica? —pregunté.
—Es tarde —respondió.
Golpeé la mesa con fuerza y los viejos interrumpieron su partida para mirarme. Ella se recostó sobre el respaldo de la silla con calma y cerró los ojos.
—No me podés acusar por haber pensado que no existías —dijo sin abrirlos.
—Te puedo acusar por haberte conformado —le dije, hiriente.
Se paró, cerró su abrigo y me miró con pena, mientras yo seguía sentado en la silla y no hacía nada por impedir que se marchara.
—A veces —me dijo en voz muy baja— llegar tarde es igual a no llegar.
Salió a la vereda y al pasar delante de la mesa me miró, a traves del vidrio, con una mirada triste.
Entonces yo me levanté, caminé hasta la puerta del bar y mientras el mozo me reclamaba el pago de los cafés la miré alejarse por la calle oscura, abrazando su abrigo y sin darse vuelta.

Nunca más se las ve —le dije al mozo mientras le pagaba, y luego yo también me marché.
[...]

Gustavo Albanece



Cuando no hay nada que hacer el mundo es muy triste. Y uno se da cuenta de que el tiempo, ese mismo que se supone sopla a favor de olvidos por un lado y sueños por otro, nos empuja hacia la soledad. Y no hay nada que hacer. Porque todo aquello que me contaron es mentira, y conforme vamos envejeciendo soy más consciente de eso, y el desengaño con la vida que supuestamente había diseñado es demasiado importante para poder empezar de cero, para volver a tener esperanza y creer una vez más en lo que me digan. Y entonces es cuando no hay nada que hacer.



2 comentarios:

Soy ficción dijo...

Vaya, tenemos ya la crisis de los 30 y ni los hemos cumplido!

illeR dijo...

Como yo pienso en música, música traigo...

Quizás fueron mentiras,
quizás no existió nada.
O quizás me tocó vivir
una época encantada.
Y ahora ya
me arrojan por la borda de este invento
porque ya soy mayor para sufrir.
Pensandolo bien:
Prefiero naufragar a vivir un cuento,
prefiero naufragar a vivir un cuento.

[...]

Que de cuentos fui creciendo
y he crecido siendo un cuento.
Que del cuento fui Aladino
y de nada me ha servido.
¡Qué de cuentos he rezado
siendo un cuento lo que rezo!
Y ahora que estoy despertando
no me duermas con un cuento.