Antiguamente el camello era un animal curioso que iba por la vida con los ojos muy abiertos. Por entonces vivía en una tierra en la que crecían hierba y manzanos. Pero un día abandonó su hogar y empezó a caminar durante mucho tiempo, hasta que llegó a la orilla del desierto.
- ¿Sólo hay arena? –pensó-. ¡No es posible, tiene que haber algo al otro lado!
Y siguió caminando. Se dirigió a la primera duna, y al ver que tras ella sólo había arena, siguió hasta la otra, y luego otra más. Siempre pensaba “seguro que detrás hay algo”. Pero sólo había más arena.
Cada vez estaba más sediento y cansado, y se le iban cerrando más y más los ojos. Y tras pasar otra duna, el camello perdió el ánimo que le quedaba.
- Detrás no hay nada. No hay nada.
Y aunque al pasar esa última duna se encontró en un oasis donde pudo beber y descansar, ya sus ojos estaban prácticamente cerrados y sólo pensaba: “Detrás no hay nada, absolutamente nada”.
Y desde ese día el camello no volvió a mirar con ilusión.
Hasta en el desierto más desierto hay oasis. Sólo hay que evitar cerrar lo ojos para poder verlos.
* Cuento tomado del libro "Así empezó todo. 34 Historias sobre el origen del mundo" de Jürg Schubiger y Franz Hohler.
5 comentarios:
Oh, qué historia más bonita!
Con los ojos abiertos de par en par, le abrazo. Este cuentito ha sido un oasis en mi duro día de hoy :)
Qué bien que ha vuelto tras las reformas en el blog, Himilce querido!!!! :)
Muchos besos
Pobre camello!
Joooo, es supertriste : (
Aunque me han dado ganas de leer el libro, tiene buena pinta, ya me lo pasaras!!! : )
por cierto, estoy leyendo un libro donde hay un cementerio de los libros olvidados
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