No me interesa tu mundo, ni me interesa tu gente. Puede que a veces le tome cariño a alguien, pero casi siempre es como tomarle cariño a una tortuga acuática: puedes observarla al sol de la terraza pero no puedes sentirte acompañado por ella. Yo no necesito a nadie; tú sí: tú necesitas un público que te admire, espejitos que reflejen distintas facetas de tu grandeza: mujer, hijos, amante, padres, amigos, clientes, empleados, viajar en primera, ganar medallas, tocar a Debussy, conducir un Lotus, satisfacer sexualmente a las mujeres. Yo no: ¿y sabes por qué?, porque la única manera en que el común de la gente puede admirar es sólo una forma velada de envidia, y yo no quiero que me envidien: me da asco, me da vergüenza, me repatea. Y te voy a decir más: es posible que durante un tiempo sí estuviera enfermo: enfermo de soledad, como el Patito Feo, o como un neandertal erguido y lampiño en un mundo de cromañones; tan enfermo que incluso llegué a recorrer el planeta tratando de encontrar al resto de los cisnes. Pero descubrí que no hay cisnes, apenas uno o dos por cada cien patos, lo mismo aquí que en Yakarta, y me costó aceptarlo, pero terminé por hacerme a la idea, Desde entonces siento preferencia por aislarme de ese mundo que habéis inventado tan mal. ¿Qué me propones?: ¿sustituir la cerveza por el gimnasio, el Metaphisical Club por un coche llamativo, las putas por una esposa a la que sólo le interese como progenitor y una amante que me la chupe de vez en cuando para compensar? Gracias pero ya estoy hecho a lo mío, disfruto de la vida a mi manera y eso es mucho mñas de lo que puede decir la mayoría.
Lo mejor que le puede pasar a un cruasán - Pablo Tusset
He llegado a un punto de ruptura a partir del cual no se puede seguir estando a ambos lados de la línea que separa mi mundo del resto de los mundos. No soy tan exagerado como Pablo Miralles, ni siquiera puedo decir que sea feliz con mi forma de vida, pero ser un iluso entre tantos secretos y mentiras me está matando. Y se acabó.
Dormidos al tiempo y al amor un largo camino y sin ilusión que hay que recorrer que hay que maldecir. Hijos del agobio y del dolor cien fuerzas que inundan el corazón te separan de ti.
Hijos del Agobio - Triana
No puedo dormir.
Y estas noches, todo lo que pienso es malo.
¿Por qué hice las cosas así?
Siempre se me ocurre algo diferente.
Y me levanto
con la sensación de que empezar de cero
es cada vez más necesario.
Pero, ¿cómo?
El tiempo pasa
y es paradójico
que las horas vayan
en contra del olvido.
- ¿Queréis decir por qué finjo? Es muy sencillo -contestó-. A ciertas personas no les gusta mi manera de vivir. Bien, yo podría mandarlas al infierno, si no les gusta no les importa. Pero no las mando al infierno, ¿comprendéis?... Dill y yo contestamos al unísono: - No, señor. - Procuro proporcionarles una explicación, ya veis. La gente se siente satisfecha si puede encontrar una explicación. - Pero no está bien, señor Raymond, que se finja más malo de lo que ya es. - No está bien, pero a la gente le resulta muy útil. Entre nosotros, señorita Finch, yo no soy un gran bebedor, pero los demás nunca comprenderían que vivo como vivo porque así quiero vivir. Jamás me había topado con alguien que quisiera deliberadamente desacreditarse. Pero, ¿por qué nos confiaba su gran secreto? Se lo pregunté. - Porque vosotros sois niños y podéis comprenderlo -dijo- y porque he oído a éste... -y con un ademán de la cabeza indicó a Dill-. Las cosas del mundo aún no lo han corrompido del todo. Deja que se haga un poco mayor y ya no sentirá asco ni llorará. Quizá crea que las cosas no están... digamos, del todo bien, pero no llorará; cuando tenga unos años más, ya no. - ¿Llorar por qué, señor Raymond? - Llorar por el infierno puro y duro en que unas personas hunden a otras... sin detenerse a pensarlo siquiera.
Matar a un Ruiseñor - Harper Lee
Si hay una razón para leer Matar un Ruiseñor, es la necesidad que tenemos de reconciliarnos con la condición humana.
Porque no deberíamos dejar de ver el mundo con los ojos de un niño, porque deberíamos saber ponernos en el lugar de los demás... tengamos esperanza.
Escogimos una encina y nos sentamos debajo. - Es que no aguantaba a ese hombre -explicó Dill. - ¿A quién, a Tom? - Al viejo, al señor Gilmer, que le trataba de ese modo y le hablaba de esa manera tan odiosa... - Es su trabajo, Dill. Mira, si no tuviésemos fiscales... Bueno, no podríamos tener abogados defensores, ¿no? Dill suspiró. - Ya lo sé, Scout. Pero su manera de hablar me ha dado náuseas; me ha puesto enfermo de veras. - Tiene que obrar así, Dill, sólo estaba inten... - No obra así cuando... - Dill, los otros eran sus testigos. - Tu padre no se portó así con Mayella y el viejo Ewell cuando los interrogó. El tono con que ese Gilmer lo llamaba "muchacho" y se mofaba de él, y volvía la mirada al jurado cada vez que Tom contestaba... - Vale, Dill, al fin y al cabo no es más que un negro. - Me importa un comino. No es justo... no es justo tratarlos de ese modo. - Ese es el estilo del señor Gilmer, Dill; a todos los trata así. Tú nunca le has visto ensañarse de veras con alguien. Vaya, cuando... mira, a mí se me antoja que hoy el señor Gilmer no se ha esforzado demasiado. A todos los tratan de ese modo; la mayoría de los abogado, quiero decir. - Tu padre no lo hace. - Atticus no sigue la regla general, Dill, él es... Atticus es el mismo en la sala del juzgado que en la vía pública. - No me refiero a eso -objetó Dill. - Sé lo que quieres decir, muchacho -exclamó una voz detrás de nosotros. Pensamos que había salido del tronco de la encina, pero pertenecía a Dolphus Raymond-. No es que seas demasiado fino, es sencillamente que te da asco, ¿verdad?
Hoy siento en el corazón un vago temblor de estrellas, pero mi senda se pierde en el alma de la niebla. La luz me troncha las alas y el dolor de mi tristeza va mojando los recuerdos en la fuente de la idea.
Todas las rosas son blancas, tan blancas como mi pena, y no son las rosas blancas, que ha nevado sobre ellas. Antes tuvieron el iris. También sobre el alma nieva. La nieve del alma tiene copos de besos y escenas que se hundieron en la sombra o en la luz del que las piensa.
La nieve cae de las rosas, pero la del alma queda, y la garra de los años hace un sudario con ellas.
I've said goodnight
Try to sleep tight
Ah just dream of me
Go close your eyes
Cause I'll close mine
The sun will shine from time to time
Oh, just dream of me
You can say what you want
But I won't change my mind
I'll feel the same about you.
Desgraciadamente existen personajes que haciendo gala de lo que ahora llaman sevillanía, termino que no soporto, alejan más que acercan la Sevilla de la que tanto (y mal) presumen.
Esos mismos sevillanitos, que no sevillanos, son los que ha hecho que yo mismo me haya ido apartando de la Semana Santa y Feria de Sevilla, hasta el punto que este año no he visto ningún paso en la calle, y de que hace varios años que no piso el Real de Los Remedios.
Sin embargo siempre queda algo, y esta madrugá, que se ha librado milagrosamente de la lluvia, me han venido recuerdos e imágenes a la cabeza que me han hecho escribir esta entrada tan diferente a las que suelo publicar, sobre todo últimamente.
Cuando el Gran Poder Visitó a Uno en su casa
Juan Araujo, era un gran jugador del Sevilla, que tras haberse retirado del fútbol, sufrió un desgraciado percance, ya que su hijo enfermó tan gravemente que los médicos no conseguían encontrar remedio para curarlo. Araujo, muy creyente, acudía a diario a San Lorenzo, a pedirle al Gran Poder la mejoría de su hijo.
Pese a todo su hijo no pudo superar la enfermedad, y aún de luto, Araujo acudió a ver una vez más al Gran poder, y en un ataque de rabia se encaró a la imagen diciéndole "que sepas que ya no vengo más a verte, que no has querido salvar a mi hijo. Así que si quieres verme, vas a tener que venir tú a mi casa".
Unos años después, se organizó en Sevilla lo que se llamó una Santa Misión, en la que las imágenes de las Semana Santa se llevaron a los distintos barrios de la ciudad para promover la devoción. Al Gran Poder lo llevaron a Nervión, y estando en procesión, les sorprendió la lluvia. Los hermanos que acompañaban a la imagen del Señor, buscando rápidamente un lugar donde resguardarlo, vieron la puerta de un garaje suficientemente amplia para poder meterlo allí. Llamaron a la puerta, y dió la casualidad de que el dueño de aquel garaje no era otro que Juan Araujo, el cual al abrir la puerta y ver frente a ella al Gran Poder, cayó a los pies del Señor, derrumbado por la emoción de ver quien había ido finalmente a visitarle.
La Esperanza hace hablar al mudo
En Triana hay un mudo, el mudo de Triana, que todo el mundo conoce. Como buen mudo, no habla. No habla excepto con su Virgen. Porque hoy le he oído llamar al paso de de la Esperanza de Triana en la última levantá antes de entrar en la Capilla de los Marineros, en un idioma que solo ella puede hablar, pero que todos hemos entendido.
Dios te salve, Reina, Madre y Capitana.
Eres Tú nuestra Vida,
eres nuestra Esperanza
y a tus plantas, Señora,
se arrodilla Triana.
Nuestro puerto perdimos,
nuestra nave naufraga
sin rumbo en las tinieblas
de este valle de lágrimas
en el que, suplicantes,
nuestras voces te llaman.
¡Oh Misericordiosa, vuélvenos tu mirada
y lleva nuestro barco
con brisas de bonanza
a Jesús, navegante de tu divina entraña!
Capitana clemente,
dulcísima Esperanza,
siempre Virgen María,
luz que guía a Triana.
Por ella y por tus hijos,
Madre de Dios y Santa,
ruega para que un día
podamos echar anclas
en el puerto que Dios nos promete
como segura patria.
Y yo me acuerdo de mi abuelo Cándido al escuchar cantar la Salve a los costaleros de la Esperanza.
Macarena Guapa
Creo que todos hemos oído eso de ¡Macarena, guapa! ¡Guapa, guapa, guapa! Mi abuelo Curro, que no comprendía la cantidad de gente que iba a ver la Semana Santa, siempre contaba que una vez un gangoso que estaba viendo entrar a la Macarena, empezó a gritar en medio de la bulla ¡Macaena! Y todos los de alrededor gritaron ¡Guapa! Y el gangoso otra vez ¡Macaena! Y la gente ¡Guapa! Y él ¡Que no! ¡Que no! ¡Que me han robao mi caena!
Porque sé que los sueños se corrompen, he dejado los sueños. El mar sigue moviéndose en la orilla.
Pasan las estaciones como huellas sin rumbo, la luz inútil del invierno, los veranos inútiles. Pasa también mi sombra, se sucede por el castillo solitario, como la huella negra que los años y el viento han dejado en los muros. Estaciones, recuerdos de mi vida, viene el mar y nos borra. El mar sigue moviéndose en la noche, cuando es sólo murmullo repetido, una intuición lejana que se encierra en los ojos y esconde en el silencio de mi celda todas las cosas juntas, la cobardía, el sueño, la nostalgia, lo que vuelve a la orilla después de los naufragios.
Fragmento de El Insomnio de Jovellanos
Luis García Montero
***************
Como en una cárcel
de muros inciertos
invisibles
inexistentes, incluso.
Los días pasan
junto a noches
en las que no duermo,
pero en las que todo vuelve,
y permanece
tan erróneo,
como entonces.
No se puede escapar
de una cárcel
de muros inciertos,
invisibles
inexistentes, incluso.
[...]Though lovers be lost, love shall not; And death shall have no dominion. Split all ends up, they shan't crack; And death shall have no dominion. Break in the sun till the sun breaks down; And death shall have no dominion. [...]
Fragmento del poema de Dylan Thomas
El amor permanecerá. Cuando tú no estés y yo me haya ido. Nos mantendrá vivos.
Y la muerte (o sus variantes) no tendrá dominio.
En el día a día, olvidamos la pasión, y dejamos de vivir nuestras vidas plenamente.
Admiro a quien es capaz de vivir su vida apasionadamente, en todo lo que hace, de forma natural, en lo bueno y en lo malo.
Echo de menos vivir con pasión... bailar al levantarme, cantar bajo la ducha, ponerme gafas de sol y hacer un videoclip en mi casa, saltar a la calle y hacer como que conozco a todo el mundo, silbarle a la primera chica que me cruce, acariciar al perro del vecino, bajar las ventanillas del coche y poner la música alta, reír sin motivos, emborracharme teniéndolos, besarnos en un ascensor, mirar la luna en la azotea, quedarme sin sentido...
Sirva este poema de Miguel Hernández (Orihuela 1910 - Alicante 1942) como homenaje a Andalucía en su día. Para que no olvidemos lo que somos, lo que tenemos y lo que podemos conseguir.
Todo aquello que imaginé
lentamente se desvanece,
lo demás vendrá solo.
Es complicado aceptar
que lo que se pueda encontrar
(en mí, en ti, en nosotros)
no nos haga sentir victoriosos.
Sin embargo,
si cierro los ojos,
puedo ver cómo será.
Es demasiado tarde para cambiar(lo)
y no miraré atrás con rencor
cuando suceda.
"Ya ves, continuamos viviendo, cada uno a su manera, incluso ahora", pensé. Por profunda y fatal que sea la pérdida, por importante que sea lo que nos han arrancado de las manos, aunque nos hayamos convertido en alguien completamente distinto y sólo conservemos, de lo que antes éramos, una fina capa de piel, a pesar de todo, podemos continuar viviendo, así, en silencio. Podemos alargar la mano e ir tirando del hilo de los días que nos han destinado, ir dejándolos luego atrás. En forma de trabajo rutinario, el trabajo de todos los días..., haciendo, según cómo, una buena actuación. Al pensarlo, me sentí terriblemente vacío.
Haruki Murakami - Sputnik, mi amor
Cambiamos
no somos consciente de ello
hasta vernos en una fotografía
(o un recuerdo pasajero)
de lo que ya no está.
Porque nuestro mundo
es aquello que nos rodea
y al igual que nosotros
cambia.
Por eso envejecemos
sin que tenga que ver la edad
sino las ganas
de intentarlo de nuevo
de empezar cada día
de cero.
Y a pesar de ello
lo hacemos
nos reinventamos.
Y todo pasa.