Desarraigo. Posiblemente esta sea la palabra que mejor defina mi 2011. Y es que me he encontrado bastante perdido, sin saber muy bien qué quiero hacer o ser. Aunque quizá sea mayor esa sensación por estos últimos meses, que se me han hecho muy largos, muy difíciles. E igualmente complicados han sido para personas cercanas a mí; y todo eso suma, o resta.
Pero momentos ilusionantes también los ha habido, y esas ilusiones hacen que tenga la esperanza de volver a echar raíces el año que viene. Y que todos estemos mejor.
¡Feliz 2012!