Porque sé que los sueños se corrompen,
he dejado los sueños.
El mar sigue moviéndose en la orilla.
Pasan las estaciones como huellas sin rumbo,
la luz inútil del invierno,
los veranos inútiles.
Pasa también mi sombra, se sucede
por el castillo solitario,
como la huella negra que los años y el viento
han dejado en los muros.
Estaciones, recuerdos de mi vida,
viene el mar y nos borra.
El mar sigue moviéndose en la noche,
cuando es sólo murmullo repetido,
una intuición lejana que se encierra en los ojos
y esconde en el silencio de mi celda
todas las cosas juntas,
la cobardía, el sueño, la nostalgia,
lo que vuelve a la orilla después de los naufragios.
Fragmento de El Insomnio de Jovellanos
Luis García Montero
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Como en una cárcel
de muros inciertos
invisibles
inexistentes, incluso.
Los días pasan
junto a noches
en las que no duermo,
pero en las que todo vuelve,
y permanece
tan erróneo,
como entonces.
No se puede escapar
de una cárcel
de muros inciertos,
invisibles
inexistentes, incluso.